en San Juan la Laguna hay cerro llamado Cristalina. “Ese cerro es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.
Anteriormente allí vieron algo los abuelos. Ellos vieron a un hombre
que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se
paraba. Ese cerro es de pura piedra, pura roca. El pie del cerro era
un lugar de ceremonias.
Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre. Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también.
Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro. La gente se
había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en
cuando, bajaba al pies del cerro. La gente lo encontraba muy raro
porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear. Algunas
personas lo querían capturar, pero él no se dejaba. Correteaba y se
desaparecía delante de ellos. De esa manera se mantuvo por mucho
tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí
la gente recogía monedas de plata. A veces levantaban piedras y
encontraban cosas debajo. La moneda del cerro era de plata. Así fue
durante mucho tiempo.
A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba
cada vez que bajaba. Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las
personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.
Eso era lo que les decía. Eso no le gustaba a la gente, por eso lo
perseguían o lo correteaban. Por último ya no se vio más a ese
personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que
encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas
riquezas propias del cerro; pues el hombre aquel era quien dejaba las
monedas de plata.
Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al
pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo. El
pueblo recibía de regalo alguna cosa. Cuando aún estaba ese personaje
en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;
entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la
pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros
lugares en busca de nuevas fuentes de vida. Poco a poco se fue acabando
el pueblo. Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso
les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje. Por
detestarlo tuvieron problemas. Eso fue lo que nuestros abuelos nos
contaban.
Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje.
La piedra es muy grande. Tal vez tenga de ancho unos diez metros
cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya. Las
personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.
Fuente: Historias de la Noche del Lago Atitlán.
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En San
Juan la Laguna el cerro llamado Cristalina. “Ese cerro
es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.
Anteriormente
allí vieron algo los abuelos. Ellos vieron a un hombre que se aparecía
sobre el cerro y aún está la plataforma donde se paraba. Ese cerro es de
pura piedra, pura roca. El pie del cerro era un lugar de ceremonias.
Había a
media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre.
Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a
pedir también
Antes
había un personaje que se mantenía sobre el cerro. La gente se había
fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en cuando, bajaba al
pies del cerro. La gente lo encontraba muy raro porque su traje era todo
rojo y lo que hacía era corretear. Algunas personas lo querían capturar,
pero él no se dejaba. Correteaba y se desaparecía delante de ellos.
De esa manera se mantuvo por mucho tiempo.
Cuando
ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí la gente recogía
monedas de plata. A veces levantaban piedras y encontraban cosas
debajo. La moneda del cerro era de plata. Así fue durante mucho
tiempo.
A la
gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba cada vez que
bajaba. Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las personas, las
insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos,
huelen muy feo; son hediondos”. Eso era lo que les decía.
Eso no le gustaba a la gente, por eso lo perseguían o lo correteaban. Por
último ya no se vio más a ese personaje.
Cuando el
personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que encontraban y
recogían monedas de plata, ya no encontraron esas riquezas propias del
cerro; pues el hombre aquel era quien dejaba las monedas de plata.
Entonces
la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al pie del cerro, a
la parte plana si no que venía para dejar algo. El pueblo recibía de
regalo alguna cosa. Cuando aún estaba ese personaje en San Juan la
Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas
de plata.
Al
desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio; entonces
poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la pobreza, la miseria,
la muerte que los obligó a partir hacia otros lugares en busca de nuevas
fuentes de vida. Poco a poco se fue acabando el pueblo. Recién
entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso les había ocurrido porque
habían tratado mal a aquel personaje. Por detestarlo tuvieron
problemas. Eso fue lo que nuestros abuelos nos contaban.
Actualmente
aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el
personaje. La piedra es muy grande. Tal vez tenga de ancho unos
diez metros cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien
vaya. Las personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias,
lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya
no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar
graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.

dden San Juan la Laguna hay cerro llamado Cristalina. “Ese cerro es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.
Anteriormente allí vieron algo los abuelos. Ellos vieron a un hombre
que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se
paraba. Ese cerro es de pura piedra, pura roca. El pie del cerro era
un lugar de ceremonias.
Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre. Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también.
Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro. La gente se
había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en
cuando, bajaba al pies del cerro. La gente lo encontraba muy raro
porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear. Algunas
personas lo querían capturar, pero él no se dejaba. Correteaba y se
desaparecía delante de ellos. De esa manera se mantuvo por mucho
tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí
la gente recogía monedas de plata. A veces levantaban piedras y
encontraban cosas debajo. La moneda del cerro era de plata. Así fue
durante mucho tiempo.
A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba
cada vez que bajaba. Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las
personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.
Eso era lo que les decía. Eso no le gustaba a la gente, por eso lo
perseguían o lo correteaban. Por último ya no se vio más a ese
personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que
encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas
riquezas propias del cerro; pues el hombre aquel era quien dejaba las
monedas de plata.
Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al
pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo. El
pueblo recibía de regalo alguna cosa. Cuando aún estaba ese personaje
en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;
entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la
pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros
lugares en busca de nuevas fuentes de vida. Poco a poco se fue acabando
el pueblo. Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso
les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje. Por
detestarlo tuvieron problemas. Eso fue lo que nuestros abuelos nos
contaban.
Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje.
La piedra es muy grande. Tal vez tenga de ancho unos diez metros
cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya. Las
personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.
Fuente: Historias de la Noche del Lago Atitlán.
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Anteriormente allí vieron algo los abuelos. Ellos vieron a un hombre
que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se
paraba. Ese cerro es de pura piedra, pura roca. El pie del cerro era
un lugar de ceremonias.
Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre. Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también.
Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro. La gente se
había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en
cuando, bajaba al pies del cerro. La gente lo encontraba muy raro
porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear. Algunas
personas lo querían capturar, pero él no se dejaba. Correteaba y se
desaparecía delante de ellos. De esa manera se mantuvo por mucho
tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí
la gente recogía monedas de plata. A veces levantaban piedras y
encontraban cosas debajo. La moneda del cerro era de plata. Así fue
durante mucho tiempo.
A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba
cada vez que bajaba. Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las
personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.
Eso era lo que les decía. Eso no le gustaba a la gente, por eso lo
perseguían o lo correteaban. Por último ya no se vio más a ese
personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que
encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas
riquezas propias del cerro; pues el hombre aquel era quien dejaba las
monedas de plata.
Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al
pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo. El
pueblo recibía de regalo alguna cosa. Cuando aún estaba ese personaje
en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;
entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la
pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros
lugares en busca de nuevas fuentes de vida. Poco a poco se fue acabando
el pueblo. Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso
les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje. Por
detestarlo tuvieron problemas. Eso fue lo que nuestros abuelos nos
contaban.
Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje.
La piedra es muy grande. Tal vez tenga de ancho unos diez metros
cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya. Las
personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.
Fuente: Historias de la Noche del Lago Atitlán.
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