jueves, 26 de septiembre de 2013

Creen en la leyenda de la llorona ?????

La Llorona, la mujer fantasma que recorre las calles de las ciudades en busca de sus hijos.

Cuenta la leyenda que era una mujer de sociedad, joven y bella, que se caso con un hombre mayor, bueno, responsable y cariñoso, que la consentía como una niña, su único defecto... que no tenia fortuna.
Pero el sabiendo que su joven mujer le gustaba alternar en la sociedad y " escalar alturas ", trabajaba sin descanso para poder satisfacer las necesidades económicas de su esposa, la que sintiéndose consentida despilfarraba todo lo que le daba su marido y exigiéndole cada día mas, para poder estar a la altura de sus amigas, las que dedicaba tiempo a fiestas y constantes paseos.

Marisa López de Figueroa, tuvo varios hijos estos eran educados por la servidumbre mientras que la madre se dedicaba a cosas triviales. Así pasaron varios años, el matrimonio.

Figueroa López, tuvo cuatro hijos y una vida difícil, por la señora de la casa, que repulsaba el hogar y nunca se ocupo de los hijos. Pasaron los años y el marido enfermó gravemente, al poco tiempo murió, llevándose " la llave de la despensa ", la viuda se quedó sin un centavo, y al frente de sus hijos que le pedían que comer. Por un tiempo la señora de Figueroa comenzó a vender sus muebles. Sus alhajas con lo que la fue pasando.
Pocos eran los recursos que ya le quedaban, y al sentirse inútil para trabajar, y sin un centavo para mantener a sus hijos, lo pensó mucho, pero un día los reunió diciéndoles que los iba a llevar de paseo al río de los pirules. Los ishtos saltaban de alegría, ya que era la primera vez que su madre los levaba de paseo al campo. Los subió al carruaje y salió de su casa a las voladas, como si trajera gran prisa por llegar. Llegó al río, que entonces era caudaloso, los bajo del carro, que ella misma guiaba y fue aventando uno a uno a los pequeños, que con las manitas le hacían señas de que se estaban ahogando.

Pero ella, tendenciosa y fría , veía como se los iba llevando la corriente, haciendo gorgoritos el agua, hasta quedarse quieta. A sus hijos se los llevo la corriente, en ese momento ya estarían muertos . Como autómata se retiro de el lugar, tomo el carruaje, salió como "alma que lleva el diablo ", pero los remordimientos la hicieron regresar al lugar del crimen. Era inútil las criaturas habían pasado a mejor vida. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, se tiro ella también al río y pronto se pudieron ver cuatro cadáveres de niños y el de una mujer que flotaban en el río.

Dice la leyenda que a partir de esa fecha, a las doce de la noche, la señora Marisa venia de ultratumba a llorar su desgracia: salía del cementerio (en donde les dieron cristiana sepultura) y cruzaba la ciudad en un carruaje, dando alaridos y gritando ¡ Aaaaay mis hijos ¡ ¡ Donde estarán mis hijos ¡ y así hasta llegar al río de los pirules en donde desaparecía. Todas las personas que la veían pasar a medianoche por las calles se santiguaban con reverencia al escuchar sus gemidos y gritos. Juraban que con la luz de la luna veían su carruaje que conducía una dama de negro que con alaridos buscaba a sus hijos.

Las mujeres cerraban las ventanas, y al trasnochador que venia con copas, hasta la borrachera se le quitaba al ver aquel carro que conducía un espectro, donde iba la llorona, del carruaje salían grandes llamaradas y se escuchaba una largo y triste gemido de una mujer, un esqueleto vestido de negro, el que guiaba el carruaje, jalado por caballos briosos. Un día, cuatro amigos, haciéndose los valientes, quisieron seguir al carruaje que corría a gran velocidad por céntrica calle de Aguascalientes que daba al río pirules.
Ellos la seguían, temblando de miedo, pero dándose valor con las copitas, dio un último grito de tristeza y dolor ¡ Aaaay mis hijos ¡ y desapareció con todo y carruaje.




sábado, 21 de septiembre de 2013

leyenda del cerro cristalina

en San Juan la Laguna hay cerro llamado Cristalina.  “Ese cerro es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.
Anteriormente allí vieron algo los abuelos.  Ellos vieron a un hombre que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se paraba.  Ese cerro es de pura piedra, pura roca.  El pie del cerro era un lugar de ceremonias.
Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre.  Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también.
Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro.  La gente se había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en cuando, bajaba al pies del cerro.  La gente lo encontraba muy raro porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear.  Algunas personas lo querían capturar, pero él no se dejaba.  Correteaba y se desaparecía delante de ellos.  De esa manera se mantuvo por mucho tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí la gente recogía monedas de plata.  A veces levantaban piedras y encontraban cosas debajo.  La moneda del cerro era de plata.  Así fue durante mucho tiempo.
A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba cada vez que bajaba.  Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.  Eso era lo que les decía.  Eso no le gustaba a la gente, por eso lo perseguían o lo correteaban.  Por último ya no se vio más a ese personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas riquezas propias del cerro;  pues el hombre aquel era quien dejaba las monedas de plata.
Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo.  El pueblo recibía de regalo alguna cosa.  Cuando aún estaba ese personaje en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;  entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros lugares en busca de nuevas fuentes de vida.  Poco a poco se fue acabando el pueblo.  Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje.  Por detestarlo tuvieron problemas.  Eso fue lo que nuestros abuelos nos contaban.
Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje. La piedra es muy grande.  Tal vez tenga de ancho unos diez metros cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya.  Las personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.
Fuente: Historias de la Noche del Lago Atitlán.
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En San Juan la Laguna el cerro llamado Cristalina.  “Ese cerro es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.

Anteriormente allí vieron algo los abuelos.  Ellos vieron a un hombre que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se paraba.  Ese cerro es de pura piedra, pura roca.  El pie del cerro era un lugar de ceremonias.

Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre.  Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también

Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro.  La gente se había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en cuando, bajaba al pies del cerro.  La gente lo encontraba muy raro porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear.  Algunas personas lo querían capturar, pero él no se dejaba.  Correteaba y se desaparecía delante de ellos.  De esa manera se mantuvo por mucho tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí la gente recogía monedas de plata.  A veces levantaban piedras y encontraban cosas debajo.  La moneda del cerro era de plata.  Así fue durante mucho tiempo.

A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba cada vez que bajaba.  Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.  Eso era lo que les decía.  Eso no le gustaba a la gente, por eso lo perseguían o lo correteaban.  Por último ya no se vio más a ese personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas riquezas propias del cerro;  pues el hombre aquel era quien dejaba las monedas de plata.

Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo.  El pueblo recibía de regalo alguna cosa.  Cuando aún estaba ese personaje en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;  entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros lugares en busca de nuevas fuentes de vida.  Poco a poco se fue acabando el pueblo.  Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje.  Por detestarlo tuvieron problemas.  Eso fue lo que nuestros abuelos nos contaban.

Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje. La piedra es muy grande.  Tal vez tenga de ancho unos diez metros cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya.  Las personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.

Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.


dden San Juan la Laguna hay cerro llamado Cristalina.  “Ese cerro es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.
Anteriormente allí vieron algo los abuelos.  Ellos vieron a un hombre que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se paraba.  Ese cerro es de pura piedra, pura roca.  El pie del cerro era un lugar de ceremonias.
Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre.  Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también.
Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro.  La gente se había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en cuando, bajaba al pies del cerro.  La gente lo encontraba muy raro porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear.  Algunas personas lo querían capturar, pero él no se dejaba.  Correteaba y se desaparecía delante de ellos.  De esa manera se mantuvo por mucho tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí la gente recogía monedas de plata.  A veces levantaban piedras y encontraban cosas debajo.  La moneda del cerro era de plata.  Así fue durante mucho tiempo.
A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba cada vez que bajaba.  Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.  Eso era lo que les decía.  Eso no le gustaba a la gente, por eso lo perseguían o lo correteaban.  Por último ya no se vio más a ese personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas riquezas propias del cerro;  pues el hombre aquel era quien dejaba las monedas de plata.
Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo.  El pueblo recibía de regalo alguna cosa.  Cuando aún estaba ese personaje en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;  entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros lugares en busca de nuevas fuentes de vida.  Poco a poco se fue acabando el pueblo.  Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje.  Por detestarlo tuvieron problemas.  Eso fue lo que nuestros abuelos nos contaban.
Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje. La piedra es muy grande.  Tal vez tenga de ancho unos diez metros cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya.  Las personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.
Fuente: Historias de la Noche del Lago Atitlán.
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en San Juan la Laguna hay cerro llamado Cristalina.  “Ese cerro es un cerro duro” decían los abuelos cuando nosotros éramos niños.
Anteriormente allí vieron algo los abuelos.  Ellos vieron a un hombre que se aparecía sobre el cerro y aún está la plataforma donde se paraba.  Ese cerro es de pura piedra, pura roca.  El pie del cerro era un lugar de ceremonias.
Había a media cuesta un lugar para ceremonias y otro en la cumbre.  Anteriormente la gente allí era donde iba a agradecer sus riquezas y allí iba a pedir también.
Antes había un personaje que se mantenía sobre el cerro.  La gente se había fijado que ese personaje tenía un traje rojo y, de vez, en cuando, bajaba al pies del cerro.  La gente lo encontraba muy raro porque su traje era todo rojo y lo que hacía era corretear.  Algunas personas lo querían capturar, pero él no se dejaba.  Correteaba y se desaparecía delante de ellos.  De esa manera se mantuvo por mucho tiempo.
Cuando ese personaje bajaba al pie del cerro, al día siguiente allí la gente recogía monedas de plata.  A veces levantaban piedras y encontraban cosas debajo.  La moneda del cerro era de plata.  Así fue durante mucho tiempo.
A la gente no le gustaba ese personaje y eso por los gritos que daba cada vez que bajaba.  Gritaba muchísimo, además, cuando miraba a las personas, las insultaba, les decía “comilones de pescados, comilones de cangrejos, huelen muy feo; son hediondos”.  Eso era lo que les decía.  Eso no le gustaba a la gente, por eso lo perseguían o lo correteaban.  Por último ya no se vio más a ese personaje.
Cuando el personaje se fue, cuando ya no lo vieron más, todos los que encontraban y recogían monedas de plata, ya no encontraron esas riquezas propias del cerro;  pues el hombre aquel era quien dejaba las monedas de plata.
Entonces la gente comprendió que ese personaje no bajaba por gusto al pie del cerro, a la parte plana si no que venía para dejar algo.  El pueblo recibía de regalo alguna cosa.  Cuando aún estaba ese personaje en San Juan la Laguna, había mucha gente que tenía dinero; tenía monedas antiguas, monedas de plata.
Al desaparecer aquel extraño personaje, cuando nadie más lo vio;  entonces poco a poco se acabó la riqueza; cayó sobre el pueblo la pobreza, la miseria, la muerte que los obligó a partir hacia otros lugares en busca de nuevas fuentes de vida.  Poco a poco se fue acabando el pueblo.  Recién entonces se dieron cuenta, razonaron que todo eso les había ocurrido porque habían tratado mal a aquel personaje.  Por detestarlo tuvieron problemas.  Eso fue lo que nuestros abuelos nos contaban.
Actualmente aún está la piedra sobre el cerro, donde se mantuvo, y estuvo bailando el personaje. La piedra es muy grande.  Tal vez tenga de ancho unos diez metros cuadrados; pero ahora ya nadie va a ver, ya no hay quien vaya.  Las personas antes iban muy seguido para celebrar ceremonias, lo hacían para pedir, para agradecer sus cosas.
Ahora ya no hay quien haga eso, sin embargo San Juan la Laguna tuvo que atravesar graves problemas cuando trató mal al extraño personaje.
Fuente: Historias de la Noche del Lago Atitlán.
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