TECNOLOGIA
Es el conjunto de conocimientos técnicos,
ordenados científicamente, que permiten diseñar y
crear bienes y servicios que facilitan la adaptación al medio ambiente y
satisfacer tanto las necesidades esenciales como los deseos de la humanidad. Es
una palabra de origen griego,
τεχνολογία, formada por téchnē (τέχνη, arte, técnica u oficio, que
puede ser traducido como destreza)
y logía(λογία, el estudio
de algo). Aunque hay muchas tecnologías muy diferentes entre sí, es frecuente
usar el término en singular para referirse a una de ellas o al conjunto de
todas. Cuando se lo escribe con mayúscula, Tecnología, puede referirse tanto a
la disciplina teórica que estudia los saberes comunes a todas las tecnologías
como la educación tecnológica, la disciplina
escolar abocada a la familiarización con las tecnologías más importantes.
La actividad tecnológica influye en el
progreso social y económico, pero su carácter abrumadoramente comercial hace
que esté más orientada a satisfacer los deseos de los más prósperos (consumismo)
que las necesidades esenciales de los más necesitados, lo que tiende además a
hacer un uso no sostenible del medio ambiente. Sin embargo, la
tecnología también puede ser usada para proteger el medio ambiente y evitar que
las crecientes necesidades provoquen un agotamiento o degradación de los recursos materiales y energéticos del planeta o
aumenten las desigualdades sociales. Como hace uso
intensivo, directo o indirecto, del medio ambiente (biosfera), es la causa
principal del creciente agotamiento y degradación de los recursos naturales del
planeta
CURRICULO
ESCOLAR
El papel asignado al currículo es el de organizar las
actividades educativas escolares y aportar informaciones sobre cuatro aspectos:
el qué enseñar, que supone concretar cuáles son los objetivos y los
contenidos; el cuándo enseñar, es decir, cómo ordenar y secuenciar los
contenidos y los criterios de evaluación; el cómo enseñar, con
informaciones para estructurar las actividades de enseñanza/aprendizaje y, por
último, el qué, cómo y cuándo evaluar con el propósito de comprobar si
los resultados de la acción docente son coherentes con las intenciones
educativas.
En los sistemas educativos de los países de nuestro entorno y
también en el nuestro, se pueden reconocer, simplificando, dos modelos
curriculares: el modelo académico disciplinar y el modelo globalizador,
integrador y comprensivo.
El primero se caracteriza por la enseñanza y aprendizaje de
asignaturas preparatorias para adquirir los conocimientos de las diversas
disciplinas. El acento del currículo escolar se pone en los conocimientos de
las disciplinas académicas, más que en el desarrollo de las capacidades de los
alumnos, y se presenta el conocimiento de una manera fragmentada, que tiende hacia
la abstracción y hacia la acumulación de los conocimientos.
El segundo modelo se caracteriza por poner el acento en el
sujeto de la educación, para desarrollar en él todas sus capacidades y
potencialidades, poniendo a disposición de esta finalidad la selección,
organización y presentación de los contenidos curriculares. Se organiza el
currículo de una manera más práctica y funcional, por áreas de conocimientos
para favorecer la adquisición de las competencias básicas. Este modelo enlaza
con los principios pedagógicos de la Institución Libre de Enseñanza, que puso
en práctica la Segunda República.
Nuestro sistema educativo ha
tenido en el pasado un currículo más integrador en la educación primaria y más
fragmentado por disciplinas académicas en la educación secundaria, aunque las
diferentes leyes educativas de nuestra historia democrática han ido poniendo
algunos acentos más en un modelo que en otro, de manera alternativa, según la
fuerzas políticas dominantes.
Cómo se construye el currículo
Si nos preguntamos sobre
cómo se ha llegado a la situación en la que nos encontramos, tendríamos que
detenernos en cómo se construye el currículo, quienes son sus principales
protagonistas y cuál es el papel que juegan en su concreción. No hay duda de
que el currículo es una construcción social, en la que intervienen distintos
sectores con diferentes enfoques e intereses. En primer lugar, es en las
cámaras de representación popular, en el Congreso y en el Senado, con los asesoramientos necesarios y mediante las leyes de educación, donde se
establecen los principios y fines de la educación, los objetivos que deben
cumplirse en las diversas etapas educativas, los principios pedagógicos generales,
la organización en ciclos y las áreas y materias sobre las que deben centrarse
el trabajo docente y el sistema de evaluación y promoción. Posteriormente les
corresponde a las administraciones educativas, en el uso de sus competencias,
concretar el currículo para cada área o materia de cada una de las etapas
educativas.
Este proceso de construcción
del currículo supone realizar la coordinación, a su vez, de tres instancias
necesarias: la académica, que fija los contenidos fundamentales y básicos para
cada una de las áreas o materias; la psicología y la pedagogía, que hacen
hincapié en la manera en la que se construye el conocimiento en función de la
edad y de la capacidad de los alumnos; y la sociedad, que plantea las
necesidades a las que hay que dar respuesta. Los profesionales de la educación,
adaptan el currículo a su alumnado y al contexto social y aportan su
experiencia en el tratamiento que ha de darse a los diferentes contenidos de la
enseñanza.
En este proceso se interrelacionan, y a veces chocan, diferentes enfoques e intereses, con diversas concepciones de la educación y por tanto del currículo. Unos, más centrados en los contenidos académicos y los valores tradicionales, que presentan un currículo más abstracto y alejado de la realidad y producen una selección mayor del alumnado; otros, más enfocados al desarrollo integral del alumno como sujeto de la educación, pretendiendo un currículo más cercano a la realidad y a los intereses de los niños y jóvenes, buscando una mayor igualdad de oportunidades para todos. Unos, más vinculados a la necesidad de hacer los aprendizajes más funcionales y atractivos para los alumnos; otros más preocupados por desarrollar los conocimientos de las distintas materias y por mantener el estatus-quo del reparto de las mismas en el currículo, y no faltan los que se dejan llevar por las modas académicas, de dentro o de fuera de nuestras fronteras.
A las fuentes tradicionales del currículo, se unen más
recientemente otras vinculadas con los procesos de internacionalización de los
sistemas educativos, especialmente por lo que supone para nuestro país la
convergencia con Europa, para favorecer la libre circulación de personas y
profesionales, que se concreta en directrices europeas en materia de educación,
para conseguir la aproximación de los sistemas educativos y la homologación de
las titulaciones, y en la realización de recomendaciones, evaluaciones e
informes, junto con las que también realizan otros organismos internacionales,
como la UNESCO o la OCDE.
Actualmente en toda Europa se está produciendo un debate sobre el modelo productivo, que ha puesto en cuestión la crisis económica mundial, y la necesidad de cambiar de modelo, hacia otro basado en una economía sostenible y mejorar la productividad. Eso significa apostar por una economía centrada en la innovación y el conocimiento, directamente vinculada a un sistema educativo basado en los mismos principios. Desde esa perspectiva habría que revisar posiblemente la estructura de nuestro sistema, para permitir mayor accesibilidad al mismo y especialmente nuestro currículo escolar, para adaptarlo a nuestras necesidades productivas.